Influencia cultural

martes, 9 de noviembre de 2010

Se han encontrado cerámicas en diversas partes del territorio peruano cuyas características son semejantes a las de esta cultura. Su cerámica era monocroma.[4]
Entre los siglos X a IV a. C. —la época de mayor florecimiento de esta cultura—, no hay pruebas de la existencia de una organización estatal. Julio César Tello la consideró una civilización expansiva, al estudiar el área de influencia chavín; en cambio Rebeca Carrión Cachot y otros estudiosos, hablaron sobre un imperio megalítico, ya que su área de influencia ocupaba un territorio muy extenso. Posteriores estudios han reducido esta área y han precisado la naturaleza de esa influencia.
Se considera hoy que no hubo una expansión de la cultura chavín, sino que esa área de influencia se debe a contactos comerciales entre los chavín y los territorios donde aparecen rasgos asimilados a esa cultura. Puede que los chavines establecieran esa preporderancia gracias a su oráculo. Una evidencia importante es que en la ciudad de Chavín de Huántar, han aparecido ofrendas que proceden de un ámbito que incluye Lambayeque, La Libertad, Cajamarca, Ancash, Lima y Huánuco, con materiales que, al parecer, provenían de las costas del Guayas y de Ica, Huancavelica y Ayacucho.
En todos esos territorios se encuentran, además, indicios del contacto con Chavín, que se expresa, en los mejor conocidos, en una época en la que se produjo una suerte de «moda» chavinense, que se expresa en el hecho de que el arte local es alterado por la inserción de una serie de motivos y personajes que tienen una madura representación en la cultura chavinense misma. Eso ocurre, en casi todas partes, entre los años 800 y 500 a. C. Desde luego, antes de esa época, durante más de un milenio, los pueblos de ese territorio habían desarrollado sus propias maneras de hacer las cosas, en una larga etapa formativa, conocida como «inicial» y aun antes, durante el período arcaico.
El grado de impacto de la influencia chavinense fue muy diverso. Nada indica que «exportaran» sus divinidades propias; en cambio sí sus temas sacralizantes, como la forma de las bocas, las bocas agnáticas, los ojos excéntricos, las garras, las cabezas de serpientes y, sobre todo, los colmillos. Los estilos contemporáneos, como los de Jequetepeque, Cupisnique, Huacaloma, Kuntur Wasi, Ancón y Paracas, tomaron mucho de esta «moda», que incluye usos y formas del espacio arquitectónico y el traslado multidireccional de diversas tecnologías. Pero mantuvieron siempre su autonomía regional.

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